El magno tapiz de la plaza de La Orotava rinde homenaje al personal sanitario y recuerda a todos los que ya no están
Va por ellos. Por el personal sanitario, por los voluntarios, por los abuelos separados, por los seres queridos fallecidos. La obra de arte efímero de La Orotava vuelve a la plaza para recordar a todos los que ya no están. Una ofrenda en forma de tierras que ha sabido adaptarse a la nueva normalidad desatada por la pandemia trayendo además, en sus entrañas, un mensaje de resiliencia. Ese que dice que de esta saldremos mucho más fortalecidos.
La ilusión de poder volver a realizar la alfombra del corazón de la Villa ha sido, sin duda, el motor de esta edición. Un objetivo que se ha conseguido gracias al cumplimiento de las normas sanitarias establecidas para mantener a raya la evolución de la pandemia tanto durante la realización del tapiz como en su posterior exposición. Una situación, no obstante, que ha provocado numerosos cambios en el boceto de la obra hasta su imagen final.
Así, la alfombra del recuerdo y el homenaje cubrirá casi todo el espacio habitual de la plaza pero de una forma diferente. El espacio central estará formado por una “burbuja” de dos arcos que recoge unos 525 metros cuadrados de superficie. Un segundo espacio, el negro, y también de tierras, ocupará un tramo de unos 166 metros cuadrados. Mientras que el tercer espacio, de 84 metros cuadrados, se llenará de motivos con flores. En total, 775 metros cuadrados de tradición villera para gritarle al mundo un mensaje de fe y confianza: con los profesionales sanitarios no hay virus que pueda.
El espacio central
Los tres tapices tienen también, como cada año, un sentimiento religioso y motivos sociales. Así, el tapiz delantero representa la Sagrada Familia, donde San José tiene una importancia relevante debido a la celebración del 150 aniversario del Patronazgo de San José con respecto a la Iglesia.
Los siguientes tapices representan dos momentos sociales actuales. Uno, muestra a una abuela con su nieta, ambas con mascarilla, pero con la esperanza clavada en sus miradas. Otro, a una persona hospitalizada pero acompañada (la mano delante de ese tapiz) de todo el esfuerzo del personal sanitario y voluntario.
Pero hay más. La Cruz formada por la cenefa de flores representa la tierra y el espacio de encuentro, también el mar y al cristianismo, simbolizado por ese pez geometrizado utilizado por los primeros cristianos, en griego ichthys y en mayúsculas. Además, la obra guarda espacio para la reproducción de la alfombra de 1921, que se realizará al igual que en 2019 con flores y materiales varios usados en esa época; para la C de Corpus en grande y orpus dentro (anécdota de la época donde la gente pensaba que se habían olvidado de escribir Corpus); y para la L y la O, realizadas con tierras, en honor a La Orotava.
El espacio negro
El espacio de la oscuridad. Teñido con el negro de la incertidumbre pero también con el blanco de la luz al final del túnel. En él, las cañas en forma de cruz con un pequeño circulo de carozo (de maíz) dentro representan la necesidad del distanciamiento social y la prudencia. Las cruces de cañas se encuentran separadas entre sí a 1,5 metros de distancia y suponen un recuerdo a todos los fallecidos por la pandemia.
El espacio floral
Este espacio, que será realizado con flores por una inmensa representación de los alfombristas de las calles, envuelve con su gran colorido de esperanza la vista hacia el futuro. El diseño de estos corridos a ambos lados son iguales al que se encuentra en la parte superior de la “burbuja” que se realizará con tierras, dando así unidad a todo el conjunto de la alfombra. Este diseño también es un guiño de la alfombra realizada en 2019, queriendo con ello no sentir el vacío del año pasado.
Y es que a pesar de las dificultades, La Orotava se vestirá de gala una ocasión más. Un esfuerzo de todos para realizar esta ofrenda al Santísimo que se encuentra en las raíces del legado villero, transmitido de generación en generación. Un regalo al cielo que muchos no olvidarán.