La alfombra de 2017 se enfrentó al desafío de buscar una nueva infraestructura para cubrir la obra de arena poco antes del Corpus Christi
Fue el primer magno tapiz sin la sombra de las históricas palmeras de la Villa. Corría el año 2017 y una enfermedad las había infectado. Solo quedaba sana una. Las retiraron. Una decisión que supuso no sólo hacer un boceto totalmente nuevo en apenas unas semana si no también, buscar una solución a contrarreloj para resguardar la obra de arena. Se empezaron a usar así las carpas, una infraestructura que cambiaría la forma de confeccionar las alfombras para siempre. La de ese año, con el tema social como protagonista, supo adaptarse a los contratiempos como ninguna otra.
Apenas quedaban tres meses para un celebrar un nuevo Corpus Christi en La Orotava cuando todo cambió. El corte de las palmeras, y la imposibilidad así de usar toldos, trajo la incertidumbre. Con el boceto del magno tapiz prácticamente terminado, las dudas comenzaron a asaltar a los alfombristas. ¿Cómo se iba a cubrir la alfombra?, ¿qué material se utilizaría? La solución, con tan poco tiempo por delante, apareció en forma de carpa, aunque no sin problemas. Nadie se sentía capaz de colocar una infraestructura de estas características sin estropear la gran obra de arena…
Menos espacio
Una empresa asumió con valentía el reto. Con la carpa ya lista, el otro desafío residía en adaptar el tapiz al espacio de la misma. Y es que la infraestructura cubre poco espacio, unos 500 metros cuadrados, por lo que quedan a la intemperie otros 450 metros cuadrados de arte efímero. Fue entonces cuando se decidió realizar la alfombra en dos partes: una primera, la más importante y en la parte central de la plaza, con mucho tiempo de antelación; la segunda, con elementos más sencillos y rápidos de ejecutar, para confeccionar 1 o 2 días antes de la gran fecha.
Esta parte secundaria, algo más elemental pero en consonancia con el resto de la composición, es la que se queda a la suerte de que reine el buen tiempo. Es más, ese año no hubo fortuna y llovió, lo que obligó a redibujar el boceto. A este inconveniente, se suma también, la perdida de espectacularidad. Las carpas impiden tener una visión global de la dimensión del diseño mientras se está realizando. Una traba a la que aún hoy en día se sigue buscando solución.
Un diseño social
Con todo, el magno tapiz de ese año salió adelante. Un diseño con gran carga social, como venía siendo ya costumbre, que puso en el punto de mira la solidaridad, y el apoyo a los mayores y a los más pequeños. Tres semanas bastaron para tenerlo listo. A un lado estaba Jesús rodeado de mendigos, al otro, de niños. Una simbiosis perfecta entre una imagen bíblica y una imagen actual que supo erizar la piel de los asistentes.
En el centro, la Trinidad y una estampa del Papa Francisco dando un abrazo a una persona mayor. Otra vez la simbiosis. Otra vez la unión perfecta entre el mensaje de la iglesia y la realidad más palpable. El resto, es decir, esa nueva zona que la ausencia de palmeras dejó descubierta, fue confeccionada con elemento geométricos en forma de calados e higos picos como guiño a la primeras alfombras. El resultado fue simple: el tapiz que con más dignidad se ha sabido adaptar a los contratiempos.