Norberto Perera, uno de los directores más destacados del siglo XX, realizó una alfombra dedicada a una nueva central hidroeléctrica
Se le conoce como el alfombrista que se olvidó de los dioses. Y es que hasta su aparición a nadie se le había ocurrido dejar de lado a la divinidad en la gran obra de arte de la plaza del Ayuntamiento villero. Norberto Perera lo hizo. No es que se olvidara, sino que dio primacía al progreso industrial de su pueblo. Dio prioridad al desarrollo económico de su ciudad.
Norberto Perera Hernández fue uno de los alfombristas más destacados y llamativos de todo el siglo XX. Natural de La Orotava, donde nació el 6 de julio de 1888, inició su andadura alfombrística de la mano del impulsor de este arte villero, Felipe Machado y Benítez de Lugo. Con él aprendió las mejores técnicas pero sobre todo, la pasión y la dedicación, por dar vida a las alfombras de arena y flores.
Y es que Perera se rodeó de los mejores. Junto al escultor y restaurador Nicolás Perdigón Oramas, quien también sería director del magno tapiz y una de las piezas claves de la historia reciente de las alfombras de la Villa, mejoró y evolucionó sus técnicas de dibujo y pintura. Ya estaba preparado para tomar el relevo…
Y así fue. En 1934 fue propuesto para confeccionar la monumental alfombra del corazón villero, labor en la que estuvo al frente hasta 1936. Fue en su primer año como director del magno tapiz en el que realizó una alfombra dedicada a la nueva central hidroeléctrica que se estaba construyendo en el municipio. Fue en ese primer año en el que olvidó a los dioses…
Perera plasmó en su alfombra el logro industrial del entonces progreso de la Villa, la planta eléctrica. El Ayuntamiento de la Orotava inauguró en 1935 una segunda planta hidroeléctrica en la zona de La Abejera, en los altos del municipio, aprovechando la gestión política de la corporación. Se tratada de todo un éxito para la ciudad. Una victoria que el alfombrista quiso retratar.
Su firma
Perera también se vanagloriaba de ser el único alfombrista de la historia que ha firmado su obra, colocando su nombre en un costado de sus tapices. Y esta no fue la única novedad que introdujo. Durante su etapa como director del magno tapiz se utilizó la cal como elemento para su elaboración, creando así obras distinta a las anteriores.
Con el comienzo de la Guerra Civil, Norberto Perera pierde la dirección del tapiz, no así su papel en la vida de esta tradición. A él se le recordará siempre, paradójicamente, por un olvido intencionado. A él, sin embargo, no se le olvidará.