El alfombrista Manuel Fernández Padrón fue el segundo director del magno tapiz de la Villa y un gran amante de las expresiones artísticas
Tuvo un idilio con el arte de hacer alfombras, pero su amor por las expresiones artísticas iba mucho más allá. Pintor, fotógrafo, diseñador o arquitecto. Manuel Fernández Padrón demostró que la pasión por las artes corría por su sangre dedicando su vida a ellas. Y es que el villero fue el segundo director en tomar la batuta en el magno tapiz villero y también fue «el culpable» de la extraordinaria acústica de la sala orotavense Teobaldo Power.
Fernández nació en La Orotava en 1907. Con solo 23 años, y tras el fallecimiento de Felipe Machado y Benítez de Lugo, el joven cogió el mando en la confección de la gran alfombra de la plaza de La Orotava. Era 1030 y su trabajo dio lugar a un monumental tapiz de 22 metros de largo por 11 de ancho. El diseño representaba un ángel sosteniendo una hostia y en él figuraban también las armas pontificias en honor a la visita que estaba realizando el Nuncio de Su Santidad Monseñor Federico Tedeschini.
Visitas especiales
Y esa no fue la única visita a la que Fernández le prestó atención. El alfombrista tuvo especial interés por la llegada de invitados especiales a la Isla a la hora de confeccionar sus creaciones. Así, dos años antes, en 1928, Fernández realizó junto a Miguel Zerolo y José Monteverde y Lugo, una afombra en honor a otra visita exclusiva, la del jefe de Gobierno Primo de Rivera.
Alumno de Bonnín, se le puede considerar como un amante de las artes, dado que cultivó las más diversas facetas artísticas, como la pintura, la fotografía, técnicas audiovisuales , diseño de fachadas y la arquitectura. Como artista innato, Fernández fue uno de los primeros españoles que se interesó por las actividades de la electrónica, de la radio y del cine sonoro. De todo ello surgió una de sus grandes aportaciones a su tierra natal, la extraordinaria acústica de la actual sala Teobaldo Power.
Hay constancia también, que aparte de realizar sus alfombras en la calle, colaboraba en la realización del tapiz de la plaza como por ejemplo en 1935 junto a Noberto Perera. Y es que su enamoramiento con las artes era patente en cualquiera de sus acciones. Su idilio fue y será su gran legado para el pueblo.