El magno tapiz del Corpus Christi de 2021 llevó a la Orotava alegría, agradecimiento e ilusión
Por unos días, por unas horas, por unos momentos… la alegría volvió a eclipsar el corazón de la Villa de La Orotava y gran parte de culpa la tuvo el magno tapiz. Y es que la alfombra de tierras más espectacular del mundo, la de la plaza de la ciudad histórica, trajo esperanza para este 2021. Una obra de arte efímero hecha por y para aquellos que han perdido la vida debido al coronavirus que volvió a conseguir que el municipio brillara con una luz especial. Y eso, tras un año de pandemia, es más que un regalo.
Así lo considera la orotavense Ana Ramos, quien destaca que «después de todo lo que hemos pasado esta alfombra deja un sentimiento especial». «Hay otro ambiente, se respira fiesta por las esquinas», añade con entusiasmo tras su visita al tapiz. No es para menos. Ramos, como todos los villeros, tuvo que vivir el Corpus del 2020 dentro de cuatro paredes. «El año pasado en casa fue muy triste, teníamos muchísimas ganas de volver a la plaza», reconoce.
El ambiente en La Orotava es de emoción por ver la luz al final del túnel. Un sentimiento que se refleja en el brillo en los ojos y la sonrisa de los miles de orotavenses y turistas que se han echado a la calle para deleitarse con el tradicional espectáculo. Eso sí, con todas las medidas de seguridad necesarias. Mascarillas, distancia, y control de aforo.
«Está todo muy bien organizado para disfrutar de la alfombra con seguridad», señala Elvira Escobar quien, no obstante, lamenta que «sabe a poco». «Te dan ganas de volver a hacer la cola y pasar de nuevo por delante del tapiz», afirma esta isleña. Ella ha decidido vivir la fiestas como se merece, aunque sea con la familia. «Hemos hecho una cata de vino en casa y todo», comenta entre risas.
El tapiz
Y es que el magno tapiz de este Corpus Cristi quería ser una ofrenda a todos aquellos a los que le ha tocado vivir momentos difíciles durante la pandemia y, sobre todo, un canto al optimismo . «Los rostros me han impresionado muchísimo, reflejan perfectamente todo lo que hemos pasado», sostiene Nuria Hernández. Una abuela y su nieta con mascarillas y un enfermo entubado tomaron vida con las arenas del Parque Nacional del Teide. Imágenes de tiempos complicados que van quedando atrás. «Parece que vamos saliendo de esta poco a poco», añade la orotavense.
Lo mismo opina su marido, quién aún observa, fascinado por la majestuosidad del tapiz, la estampa villera. «Está precioso», comenta emocionado. A su lado Carmen Pérez asiente con la cabeza. «Este año toca la fibra más que nunca», alcanza a decir. Ilusión, esperanza, optimismo y alegría. Cómo una alfombra puede hacer sentir tanto.